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Esta es la Voluntad Presente de Dios:"Unifiquense todas las iglesias en una sola y única" |
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CUARTA PARTE.
EL CONFLICTO DE LAS DOS AUTORIDADES : LA CIVIL Y LA
ECLESIÁSTICA
I
Delante de Dios no hay necesidad de abrir el libro de
la vida de quienes diciendo venir en Su Nombre con los frutos de sus obras
demuestran la falsedad de su pretendido origen. Desde que la Inteligencia en su
forma primaria de Filosofía se elevó el pensamiento analítico, los pensadores
fuimos potenciados por el espíritu cristiano para concentrar nuestra
fuerza en las palabras y sin necesidad de penetrar en la vida íntima de sus
autores, resolver la Verdad que proyectaron sobre la Historia.
Nadie debe olvidar que todo lo que se hace en el
Presente repercute en el Futuro. Caminamos y vivimos en la Dimensión de la
Historia Universal. Una obra escrita permanece dando su fruto en el Tiempo. A
la Inteligencia que mana de Dios le toca entrar en su núcleo y ver su
naturaleza. Si su fruto es el Odio y la Guerra, esa obra no viene de Dios; si
es de Paz y Fraternidad, su Origen está en el Creador de toda Vida.
Así pues, y aunque en la cuestión de la vida
íntima de Zwinglio, como en las vidas de los demás apóstoles de la
Rebelión Protestante, los intereses de sus herederos predominasen sobre la
Verdad, transmitiendo al mundo unas biografías en las que la paja
fue arrojada y se nos presentó a los sembradores de los
Odio y de las Guerras que sembraron Europa en los siglos XVI y XVII
como mensajeros del Amor Divino; esta manipulación perversa de la
verdad Histórica dejada por ahora de lado, el hecho fundamental
sobre el Origen de sus Declaraciones Históricas, si de Jesucristo o
del Maligno, sin necesidad de echar mano de esos cuentos para discapacitados
intelectuales que son las biografías oficiales de Martín Lutero, Enrique VIII,
Calvino y Zwinglio, por las palabras solas podemos abrirnos paso
hasta ese núcleo y determinar la verdadera fuente de la que manaron.
Los frutos están contenidos en las semillas. Las
semillas son el origen de dichos frutos. Independientemente de la mano que
firme sus declaraciones llevan en su seno una realidad histórica propia: abrir
la cáscara y ver el núcleo que hace de esa semilla un germen maligno
o divino es la función de todo espíritu de Inteligencia.
Fuese Zwinglio o cualquier otro sujeto quien firmase
las palabras que siguen, siendo la autoría un asunto intrascendente en la
relación a sus frutos, basta confrontarlas con la Sabiduría por Dios desplegada
en su Hijo para quitarle la máscara al cordero y ver en su monstruosa realidad
al lobo.
Leamos:
34. El boato que ostentan
las «autoridades eclesiásticas», como suele decirse, no tiene ningún fundamento
en la doctrina de Cristo; 35. pero, por el contrario, las autoridades civiles y seculares tienen
poder y fundamento en la doctrina y los hechos de Cristo. 36. Ese poder autoritativo
que pretende ejercer la autoridad eclesiástica le pertenece, en realidad, a las
autoridades seculares, siempre que éstas sean cristianas.
En la
primera frase, la 34, el autor se viste de beato invocando la sencillez de los
Apóstoles. Innecesario decir que la Rebelión Protestante se basó en una
Corrupción de los Siervos de la Esposa del Señor, corrupción visible a todos
los ojos y expuesta al escándalo en la contiende de Savonarola contra Alejandro VI. De tontos
es decir que de haberse el Colegio de los Pastores Romanos sometido
a la Reforma que el Espíritu Santo le pidió en los Concilios de Basilea y
Constanza dicha situación de corrupción perversa no hubiese degenerado en
la Pornocracia de
los Obispos de finales del XV y principios del XVI. Más de necios es todavía
creer que aquella Pornocracia fue
exclusiva de la Curia Italiana. La Pornocracia de
los Obispos Alemanes superó con creces a la de los Obispos Italianos. Lutero
hubiera debido quitarse la Viga del ojo antes de escandalizarse por
la paja en el ojo ajeno. Pero nadie es perfecto cuando el verdadero motor de su
vida es la ambición. Ambición de ir a más que en Lutero tocó techo con su
puesto de Profesor Universitario, y en el caso de Zwinglio con su puesto de
párroco alpino. ¡Demasiada estrecha la camisa para tanto músculo!
El boato de las «autoridades eclesiásticas», no fue en absoluto un invento del Obispado. Vino con la propia
Civilización Medieval. El Vestido y sus adornos descubría la posición de cada
cual en una Sociedad Medieval estructurada en tres clases perfectamente
delimitadas, a las que luego se uniría la Burguesía, viniendo con ella a luz la
Edad Moderna. Cada cual se metía en el corsé natural que le correspondía a la
posición social propia de la época. Un rey sin su corona no era un rey; un
obispo sin su mitra no era un obispo. Los gremios obreros tenían igualmente su
propia parafernalia. La única clase social exenta de todo boato externo era la
clase pobre; es decir, la inmensa mayoría.
Aun en nuestros días la vestimenta marca la posición social. Un militar
sin su gorro no se entiende. Un juez sin su toga no es de justicia. Un Papa sin
su anillo no es Obispo de Roma.
Sobra decirlo pero hay que decirlo: De aquella disposición contra natura
a hacer del oro y la plata el fundamento de la posición social vino la
corrupción en todas las clases sociales del Medioevo. Los hombres perdieron el
sentido divino de su existencia. Despreciaron la función providencial de su
Labor en la Sociedad, donde nadie es más que su prójimo porque cada cual tiene
su labor providencial gracias a la cual la Sociedad entera crece como árbol,
fuerte, sano y robusto.
El mal no nació en las autoridades eclesiásticas; se
impuso en la Civilización durante la última etapa del Imperio Romano, y fue
recogido por el Imperio Bizantino, que cultivó este boato en la Corte
Constantinopolitana hasta hacer de él una ciencia, la más sagrada de las artes.
No observamos en la época del Obispado Romano de Gregorio I el Grande
semejante boato a la Bizantina. El rastreo de la caída del Obispado Italiano en
esa curva de corrupción se detecta en el Siglo X cuando las Familias Aristocráticas
Italianas hicieron suyo el Obispado; acción que más tarde las grandes familias
alemanas imitarían y conducirían al grado de perversión que descubrimos en la
Alemania de Lutero.
Protesta, por consiguiente, muy loable contra el boato de las
autoridades eclesiásticas por Mandato Divino obligadas a la Sencillez
Apostólica, para la cual no existe el oro sino Jesucristo, su Señor, de quien
le viene la Grandeza y la Autoridad.
Pero si a esta protesta contra el boato de las autoridades
eclesiásticas se hubiese cernido esta tesis nada podría decirse contra
su autor. Desgraciadamente el autor suizo utilizó este defecto, natural a todas
las clases altas de su tiempo, para enseguida lanzar un ataque frontal contra
la Iglesia. Y decir contra la Esposa es decir contra Su Esposo, Cristo Jesús,
su Cabeza, ¿o es que se le puede romper a una persona una pierna y no ofender a
su cabeza?
Habló el cordero, enseguida habló el lobo, diciendo:
pero, por el contrario, las autoridades civiles y seculares tienen poder
y fundamento en la doctrina y los hechos de Cristo.
La astucia
de la Serpiente es venenosa. Quiere hacer creer que la autoridad
eclesiástica tiene su Poder y Fundamento en el boato de la
Vestimenta y no en Cristo, y que habiendo despreciado este Fundamento Divino
las autoridades eclesiásticas pasaron a basar su Poder y fundamento en
ese boato. Lo cual es una falsedad absoluta.
El fundamento
y poder de la Autoridad Eclesiástica es Cristo. Que el obispo lleve
oro o no lleve ni le añade ni le quita nada a la Autoridad que recibe de
Cristo, y solamente un bárbaro y un ignorante pueden creer que una mano con
Anillo es más preciosa que la Mano Desnuda de Cristo.
La causa
de la Rebelión legítima contra el boato de los Siervos de Cristo tuvo lugar
cuando ellos mismos dieron de lado la Mano Desnuda de Cristo y prefirieron la
mano con anillo. Aquí sí hubo legitimidad para una Protesta. Pero usar esta
legitimidad para cortarle la Mano a Cristo únicamente podía tener Fuente en el
Maligno.
La segunda
parte de la Sentencia, las autoridades
civiles y seculares tienen poder y fundamento en la doctrina y los hechos de
Cristo, es de niños de teta.
Basta recordar lo escrito: “Dad al César lo que es del Cesar y a Dios lo que es
de Dios”
Mas lo que este
Rebelde pretendió fue quitarle a Dios lo suyo, y en consecuencia escribió
inmediatamente:
Ese poder autoritativo que pretende ejercer la autoridad eclesiástica le
pertenece, en realidad, a las autoridades seculares, siempre que éstas sean
cristianas.
Ignoro si
quien lee esta Tesis tiene inteligencia o es simplemente un repetidor de
doctrinas que le llegan y toda su existencia se reduce a servir de esclavo a un
poder cuyo fundamento es la destrucción de la Edificación por
Dios de un Templo para la Adoración de su Hijo.
La Negación
de la Doctrina de Cristo que Zwinglio hace es Absoluta. El Rechazo a la Palabra
Divina que ordena la existencia de ambos poderes, el Civil y el Eclesiástico,
en Coexistencia Cristiana Pacífica, es Total.
Zwinglio
estaba llamando a la Teocracia, y aunque se negó a que se refiriera su doctrina
a la de Lutero, en este Capítulo ambos fueron hermanos de armas al servicio del
Sembrador Maligno. Únicamente al Maligno podía ser el Origen de una
Doctrina por la que se Niega el Evangelio de Jesucristo, que ordena la
Coexistencia de ambos Poderes.
Observamos
que si bien al principio en Israel existieron ambos poderes, Rey y Sacerdote,
al final de su historia el pueblo Judío no reconoció más que una Autoridad : la
Teocracia del Templo, en cuya Autoridad se delegó el Poder Civil y el Poder
Religioso. Esa Teocracia fue la que causó el enfrentamiento a muerte con el
Poder Seleúcida, y
determinó la Independencia con los Macabeos, para regresar a la Teocracia en su
forma Monárquica con los Asmoneos.
Dios no
podía permitir semejante invasión de un Poder por el otro, y decretó la
destrucción del Templo de Jerusalén.
Con el
Advenimiento de Jesucristo se procede a la Separación de ambos
Poderes, que para siempre permanecerán en Coexistencia en el seno del Reino de
Dios, hablando para la Eternidad, y quedaría sujeto en la Tierra a los
conflictos naturales hasta que finalmente se llegase a esa
Coexistencia, enriquecedora para ambos Poderes, el Civil y el Eclesiástico.
Vemos cómo
la Historia de estos Dos Milenios pasados ha sido una Transcripción de estas
luchas anunciadas en la Doctrina de Jesucristo. El Capítulo de la Reforma
Protestante significó una Negación de la Doctrina Jesucristiana a
favor del Poder Civil, y queriendo hacer de la Esposa de Cristo una esclava al
servicio de los príncipes de este mundo, y porque lo hizo, la Reforma degeneró
inmediatamente en una Rebelión contra Dios: Padre e Hijo.
Los
genocidios contra los Católicos acometidos por las teocracias monárquicas
protestantes, una imitación de la Teocracia Asmonea elevada al modelo imperial, están
escritos; su delirium tremens final fue la Guerra de los
Treinta Años; sin embargo la Apoteosis Suprema Protestante no se realizaría
sino en el siglo XX, en el que los Odios sembrados en aquellos dos siglos protestantes
dieron por fin su fruto maligno infernal: las Guerras Mundiales.
A estas
alturas de la Historia cualquier lector ve que la Separación de los dos
Poderes, el Civil y el Eclesiástico, y su Coexistencia Pacífica al Servicio de
las Naciones son la Base y el Fundamento de nuestra Civilización
Cristiana. La Historia les ha demostrado a las naciones de Origen Teocrático
Protestante que aquella Aniquilación de los Dos Poderes Divinos, el
Civil y el Eclesiástico, ni tiene ni tuvo
ni tendrá más sentido que la Destrucción de la Civilización.
La ambición
de Zwinglio y sus hermanos de armas por ser algo más que un profesor de
teología y un sacerdote de parroquia los condujo a la perdición.
II
Hablar de
Poder Civil o Secular y del Poder Eclesiástico nos implica en el Conocimiento
Verdadero de la Estructura del Reino de Dios en la Eternidad, Modelo de toda
estructura social en el Universo. Pero registremos su
negación antes de proceder. Escribió Zwinglio:
37.- Todos los cristianos
sin excepción deben obediencia a la autoridad secular, 38.- mientras ella no ordene
cosas que vayan contra Dios. 39.- Por eso, las leyes de
la autoridad secular en su totalidad han de estar en conformidad con la
voluntad de Dios, de modo que protejan al oprimido, aunque éste no levante la
voz.
Resolviendo en positivo lo negativo podemos decir:
“Todo cristiano le debe obediencia a la autoridad eclesiástica… siempre
que no vaya contra la Autoridad Civil creada por Dios… de manera que
procediendo ambas de Dios y estando ordenadas para la coexistencia fraterna
para la Paz de las Naciones ambas están sujetas al mismo Espíritu Social
Creador de la Civilización… que delega en la Autoridad Civil la Administración
de la Justicia y en la Autoridad Eclesiástica la defensa de la Verdad Divina”.
Lo contrario, anular una de las dos Autoridades levantadas por Dios para
el Bien de Su Reino es un acto maligno cuyo fruto es la Guerra.
Evidentemente todo hombre es ciudadano del reino de Dios y como tal,
independientemente de su posición social, pertenezca a la autoridad civil o
eclesiástica, toda conducta está sujeta a la Justicia, y viceversa, el
pensamiento de todos está sujeto a la Verdad Divina, de manera que quien se
cree más allá de la Justicia por pertenecer al cuerpo eclesiástico como quien
se cree no sujeto a la Verdad Divina por pertenecer al cuerpo civil: ambos son reos de delito delante de
Dios. Pues la Justicia sin la Verdad es una quimera, la puerta a la corrupción,
a la dictadura y finalmente a la guerra civil. Y la Verdad sin la Justicia
conduce al despotismo teocrático de quien se sitúa más allá del bien y del mal
y creyéndose igual a Dios con su patología maligna pervierte la Imagen de Dios
en el Hombre.
Que a la autoridad civil o secular le corresponda ordenar las leyes
acorde a la Voluntad de Dios, como dice el Rebelde suizo, cuando ha sido
abolida la Autoridad eclesiástica en la que esa Verdad Divina vive y se
manifiesta, y esto independientemente de la conducta de sus representantes, en
esto siguiendo siempre la Sabiduría Jesucristiana:
“Haz lo que dicen, pero no imites lo que hagan”; seguir esta tesis de
concentración de las dos Autoridades Divinas por anulación de una es levantar
la Bandera de la Rebelión contra el Creador del Reino de su Hijo, quien ha
dispuesto una Autoridad Religiosa Universal o Católica y una Autoridad Secular
o Civil haciendo descansar en una la Verdad y en otra la Justicia. El fruto de
la Coexistencia de ambas es la Paz Jesucristiana,
es decir, sostenida por el Rey y Sumo Pontífice Universal:
Jesucristo, en quien ambas Autoridades se sustentan.
Por consiguiente, reducir ambas Autoridades a Una, es alzarse en
Rebelión Abierta contra la Corona del Hijo de Dios, el Único en quien ambas
Autoridades pueden existir y teniendo en EL su Tronco y su Fuente ambas
disfruten de la Vitalidad de su Naturaleza Divina.
La malignidad del Rebelde suizo se descubre en su siguiente e tesis,
cuando escribe:
40. Solamente la autoridad
civil tiene el derecho de condenar a muerte sin provocar la ira de Dios. Pero
puede sentenciar a muerte únicamente a aquellos que pública y notoriamente
escandalicen contra lo que Dios ha ordenado.
Tesis en la que se ve la Abolición de la Doctrina de Jesucristo,
quien abrogó la Pena de Muerte diciendo:
“Habéis oído
que se dijo a los antiguos: No matarás; el que matare será reo de juicio”. Pero
yo os digo que todo el que se irrita contra su hermano será reo de juicio, el
que le dijere “raca” será reo ante el sanedrín y el que le dijere “loco” será
reo de la gehenna de
fuego. Si vas, pues, a presentar una ofrenda ante el altar y allí te acuerdas
que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, ve
primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda.
Muéstrate, conciliador con tu adversario mientras vas con él por el camino, no
sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas puesto en prisión.
Que en verdad te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último
centavo”.
Doctrina en
la que se ve cómo la Justicia es levantada entre hombre y hombre, y se deja la
Pena de Muerte al Tribunal de Dios, de manera que aquí en la Tierra el espíritu
de la Fraternidad sea el tribunal entre el ofendido y ofensor, y el tribunal de
justicia el que determine la causa dada la imposibilidad de
reconciliación. Tribunal Civil que es desposeído del Poder sobre la Vida, que
únicamente le corresponde a Dios, por cuya desposesión y reversión al Creador
de la Vida la Condena de Muerte queda abolida.
Restableciendo
la Pena de Muerte como Poder Divino en las manos de la Autoridad Secular los
rebeldes protestantes jurando venir de Dios se levantaron contra la Doctrina de
su Hijo, quedando así condenados ante Dios al seguir el ejemplo de Satanás,
cuya Rebelión tuvo por causa el rechazo de la Corona de Jesucristo.
No es en
vano observar que en las naciones europeas finalmente ganadas para la doctrina
católica la Pena de muerte viniese a ser abolida y permaneciese en las naciones
donde la Rebelión Protestante se erigió en Templo de la Autoridad Secular.
Mas lo que
realmente descubre el espíritu maligno que en Zwinglio fue su fuente es en la
segunda parte de su tesis, en la que dice que la Autoridad Secular debe alzarse
como brazo armado contra quienes se opongan a su doctrina rebelde. Recopiemos:
… Pero puede sentenciar a muerte únicamente a aquellos que pública y
notoriamente escandalicen contra lo que Dios ha ordenado.
Primero dice que únicamente la Autoridad Civil tiene el Poder Legítimo
paras condenar a muerte, con lo que rechaza cualquier juicio contra él
por hereje; e inmediatamente dice que ese Poder Civil debe ser
usado contra los herejes que rechacen su Reforma Protestante.
De donde se entiende que quien dictará qué sea o no sea escándalo contra lo que
Dios ha ordenado será él; él Zwinglio, será Dios en la Tierra por un día, y
será él, el Dios suizo, quien decretará quien debe morir y quien debe vivir
acorde a su doctrina de lo que sea o no escándalo para Dios, ergo, para él.
El techo que Zwinglio le puso el techo a su ambición fue el trono de
Dios. Él y sólo él decretaba la Abolición
de la Iglesia Milenaria Cristiana y se erigía como el Dios cuya Palabra sería
la Fuente sobre la que descansaría la Vida y la Muerte en los territorios
idólatras que le proclamarían su dios en la Tierra.
En este espíritu maligno seguía avanzando hacia la suplantación del Hijo
de Dios en el Trono de su reino, diciendo:
41.- Si en forma justa la
autoridad civil aconseja y ayuda, consejo y ayuda de que rendirá cuentas ante
Dios, está también obligada a proporcionar el sustento corporal de quienes
hayan sido por ella juzgados. 42.- Mas si,
por el contrario, las autoridades civiles actúan al margen de la regla de
Cristo es la voluntad de Dios que sean destituidas. 43.- Resumiendo: El mejor y
más firme gobierno legislativo es el que rige conforme a la voluntad de Dios,
mientras que el peor y más débil gobierno es el que actúa sólo conforme a su
propio arbitrio.
Siendo la pretensión de su ambición ser ese que dictaría qué es la
voluntad de Dios o qué no es la voluntad de Dios, tras echar mano de su veneno
amable y generoso que cuida de los condenados, inmediatamente levanta la
bandera de la rebelión a muerte contra quienes se opusiesen a su doctrina
divina; caso de dejarse destituir voluntariamente todos tan amigos,
caso contrario hierro y fuego, que si el Alemán estuvo dispuesto a prenderle
fuego al mundo entero en defensa de su verdad, el Suizo no lo iba a estar
menos.
La tercera proposición permanece en la misma onda maligna. El, Zwinglio,
es el intérprete de la voluntad de Dios, ergo, el mejor gobierno será el que se
administre de acuerdo a su criterio, y el que no, al infierno. ¡Un
santo el hombre! Y cual santo, siguió:
44.- Los verdaderos
adoradores invocan a Dios en espíritu y en verdad sin jactarse delante de los
hombres.45.- Los
hipócritas realizan sus obras para que los hombres las vean; pero ahora ya
reciben su recompensa. 46-. Así
pues, los cánticos en el templo y el predicar mucho, pero sin devoción y
solamente para ganar dinero, son cosas hechas buscando la alabanza de los
hombres o por mero afán de lucro.
Quien pretendía ser un dios, para hacerlo debería robarle al Hijo de
Dios sus palabras. Lo cual nos dice que habiendo sido esas palabras repetidas
durante 1.600 años hasta hacerse aburrido el oírlas, que sonasen
nuevas en las orejas suizas, no queriendo calificarlas de orejas de burro, sí
que nos descubre el nivel de analfabetismo en que los Alpes vivían
en aquellos días. Analfabetismo que de un lado nos explica la discapacidad
intelectual necesaria para que esta semilla maligna encontrase tierra fértil. Y
del otro lado nos afirma en la naturaleza de la cama de corrupción sobre cuyo
colchón se había echado a dormir el Colegio de los Pastores del Rebaño del
Señor. De no haber dejado de cumplir con sus obligaciones de Vigilancia estos
sembradores del evangelio del Odio no hubiesen encontrado terreno donde plantar
sus Guerras de Religión.
Pero ese Sueño de los Obispos fue ya anunciado por el Hijo de Dios
Jesucristo en la Parábola de la Cizaña Maligna y luego confirmado por ÉL mismo
como Profeta Divino en su Apocalipsis, avisándoles que el Diablo sería Liberado
en el Segundo Milenio.
Mas el Tiempo para los mortales tiene un valor distinto al valor que se
sostiene por la Eternidad. Si para Dios un siglo es un día, para nosotros un
siglo es una vida. Y si para aquel que es Indestructible los avatares de las
guerras de los siglos son episodios cortos, a quien le basta un virus para ser
destruido: una sola línea de ese episodio puede ser una eternidad sufrida. Fue
por esto que quiso Dios que su Hijo viese esta realidad humana sujeta a la Ley
de la Muerte. Pues ¿cómo poder depositar en las manos de quien no ha sufrido en
su propio Ser esta Realidad el Poder del Juicio Universal Final?
En esto sucede lo que con todas las cosas y todos sabemos por
experiencia. Ya lo decimos todos, no sabemos lo que es el dolor de la pérdida
de un ser queridísimo hasta que la padecemos nosotros mismos; hasta entonces
observamos a los que la sufren como si fuesen seres de otro mundo; de repente
la muerte pega en tu puerta y se te cae ese mundo tuyo tan perfectamente
blindado contra el dolor de los otros.
No quiso Dios que su Hijo se sentase en el Tribunal del Juicio Universal
sin conocer qué es la Vida del Hombre sujeto a la Ley de la Muerte. Y de aquí
que el Espíritu Santo dijese que “quiso Dios perfeccionar a su Hijo”, llevarlo
a la Perfección. Pues si antes dice Dios: “YO SOY DIOS y no será Formado otro
después de Mí”, revelando así como Padre que su Hijo no pasará por el Camino
que Él vivió hasta SER EL QUE ES, esta Determinación Eterna no implica que su
Formación como Rey, Señor y Juez fuese a quedar fuera del Amor del Padre que
educa a su Hijo para su propio Bien y el Bien de todo su Reino.
Y a la vez haciéndole Hombre nos encarnó en vivo al Hombre que El creó
al Principio y en orden a cuya Existencia creó los Cielos y la Tierra. De
manera que no puede haber Hombre si no es a la Imagen y Semejanza de su Hijo, y
en este orden la Educación de todos los pueblos debe dirigir su Edificio a la
Formación de este Hombre, Imagen y Semejanza del Hijo de Dios, en cada uno de
nosotros. Pues en quien Dios ve a su Hijo, Dios ve a un hijo, y por este Amor
disfruta de la Naturaleza de quien es hijo de Dios a la Imagen que lo es su
Hijo, por quien y en quien participa de la Vida según su Naturaleza
Indestructible.
Esta es la Doctrina con la que el Espíritu Santo revolucionó la
Historia, echó las bases de nuestra Civilización, la impregnó de su
Indestructibilidad y le comunicó su Invencibilidad. Si nosotros no podemos ver
la Imagen del Hijo de Dos en este Zwinglio, ¡cómo podrá ver Dios en él a su
Hijo Amado!
Basta leer la siguiente tesis para verlo así:
47. Todo hombre debe
preferir dejarse matar antes que escandalizar al cristiano o hacerle caer en
desgracia.
De donde uno se pregunta: Pues que él escandalizó a la cristiandad
entera, ¿por qué no se dejó matar y en vez de sacrificarse, siguiendo el
ejemplo de Jesucristo, prefirió matar a todo el que se le opusiese?
¿Eso es lo que hizo Jesucristo: matar a sus enemigos?
Los crímenes de los Suizos están escritos, y aunque justificados en que
ésa era la Voluntad de Dios, matar a todo el que se opusiese a sus ambiciones
de ser “como los dioses”, el Día en que sean llamados ante el
Tribunal de su Hijo responderán de sus delitos. Porque “Pedro, el
que a hierro mata, a hierro muere”.
QUINTA PARTE
LA INSTITUCION DIVINA DE LA CENA SAGRADA DEL SEÑOR
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